En la tienda de ropa

En la tienda de ropa
sufro habitualmente accesos de odio.
Tengo alergia al polvo
y supongo que me asustan los ladridos del famoso perro
de Pavlov.
Yo nunca me casaré con una dependienta.
Soy un tipo raro. Dentro de una tienda lloro.
Casi no me pruebo la ropa que compro.
Contemplo avergonzado el estampido inicial de las rebajas.
Se me ponen las dos orejas coloradas.
Para mí, Asturias es lo contrario de un centro comercial.
Orbaya.
Tristemente los políticos locales no comparten mi opinión.
Son gentes que encarecen nuestras vidas.
Campan a sus anchas en el buffet libre de las suyas.
Gustan de las grandes superficies plastificadas,
el hilo musical, el café cargado,
el ruido de fondo...
al irme me pregunto si no será muy tarde cuando llegue
a ese exilio plano que me esperó,
para que al recordar, lo que recuerde
sea aún algo rural, algo feliz,
algo lluvioso,
variado,
verde.

Los pies en la tierra (lo discreto)


Soy como otro trébol de tres hojas
en el jardín.

Tiemblo al pasar los perros
y cuando llueve me moja.

He oído hablar del fuego
y de la desbrozadora.

También de la cuarta hoja.

No me lo creo
y sólo trato de ser feliz.

Prefiero

Prefiero lo continuo a lo discreto.

Ya sé que lo discreto ayuda a decidir, que lo continuo es infinito,
ya sé que los cédés no tienen ruido y que los ele-
pés, analógicos, sí.
Ya sé que un átomo de libertad aún se puede dividir. Lo sé,
por eso he decidido no elegir entre los días y las noches,
entre vuestras discretísimas
recomendaciones. He decidido mirar,
como un camaleón el mundo entero,
sin distinguir el pavimento
de las flores, pisar en línea recta en una dirección
teórica, sin saber a dónde lleva;
no repasar carreteras conocidas
cuyo destino ya se sabe.
Caminar en dirección a un punto cardinal
sin preguntarle al suelo:
que sea el tacto del presente quien me cante
cuál
va siendo mi camino.

El debate

Lo que importa no es tanto quién tiene moralmente la razón o está equivocado; o quién miente o dice la verdad; lo importante es movilizar la opinión pública hacia uno u otro bando con la fuerza suficiente para impedir el estallido de venganzas de sangre a gran escala.

Un ejemplo clásico de cómo se puede alcanzar esta movilización independientemente de los principios abstractos de la justicia es el duelo de canciones entre los esquimales centrales y orientales. Aquí, es frecuente que un hombre afirme que otro le ha robado su esposa. La reconvención consiste en que ella no fue raptada, sino que se fue voluntariamente porque su marido "no era lo bastante hombre" para cuidar bien de ella. La cuestión se resuelve en una gran reunión pública que se podría comparar con un tribunal. Pero no se escuchan testimonios en apoyo de una u otra versión de por qué la esposa ha dejado a su marido. En vez de ello, los "litigantes" se turnan para cantar canciones insultantes contra su adversario. El "tribunal" responde a cada actuación con diferentes grados de risas. Finalmente, uno de los cantores se pone nervioso y arrecian los gritos y abucheos proferidos contra él -incluso sus parientes pasan momentos difíciles para no reir.















(Bibliografía: Marvin Harris, Introducción a la antropología general, Alianza Editorial, pp. 453-454)

Say cheese

Helmut Newton se preguntaba qué hacer el sábado por la noche cuando oyó un ruido revelador. Era una cubeta llena de un líquido agitándose en la que una fotografía se hacía más nítida por momentos. Al cabo de un rato se vio a sí mismo allí, entre aquella marea, con un día menos de vida y pensó: quién tiene un día menos de vida, tú o yo. Y al abrir la boca para responder vio que su imagen fotográfica se movía, y se quedó paralizado por la impresión. Cuando despertó tenía el cabello mojado y en la habitación olía de forma extraña. Al entrar en el laboratorio descubrió que había fotos nuevas lavándose y que en todas ellas aparecía él mismo en la ducha. El pánico le sacó del sueño. Se irguió justo en el momento en que su cámara trataba de pisarle la cabeza con el trípode. Disparó sin pestañear. Siempre llevaba encima una Polaroid, por si a las imágenes les daba por rebelarse.

Ni rápido ni lento


Mana la miel, ni rápido ni lento.


Llegará un día, un minuto, un no-tiempo


en que terminará esa caida


de miles de millones de momentos.


Pobre de mí, que sólo me percato


de que pierdo, por cada uno que gozo,


varios cientos.


Como quien fotografía la lluvia,


como dos novios que se miran

entre besos de aeropuerto.

En caso de incendio...


Si descubre un incendio en su vida
no corra ni grite
no avise a nadie, no existen
bomberos para los incendios personales.

Si descubre un incendio en su vida
tiéntese el presente,
si éste está ardiendo
ruede por el suelo cuanto antes,
si sólo es la carne la que arde
se apagará.

Pero si lo que está ardiendo es usted,
su persona, su futuro, sus recuerdos,
abandone el lugar a paso seguro,
sin apresuramientos.
No mire atrás.

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...