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estupidez





Aguo tu carefree
aguo tu carefree
aguo tu carefree por julais
uso me la peláis, hay domingos
hay gato carefree
¡Gato, gato! ¡Hay gato carefree!

Hay polen chingón
Hay polen chingón porque mercan,
artista y alcohol, y porreas
Hay polen chingón, eah
gato gato, hay polen chingón.

Hitler es blandiblú, eah
Hay canguelo uber, degüello dócil, hay budú
bata y app cuqui tú,
men, hay bocao, tampoco
O Olajuwon, pussy mil peines,
O Olajuwon pussy brie.
O Olajuwon tú carefree

Habláis y moduló
hay cable USB muy simplificao
simplificao
Simplificao y tú ahí, ay, ay
Hay montón fusil Rajoy Brey
Gato, o queréis o hay ONU

No uséis final fusil
Hay gato carefree
hay gato carefree
aguo tu carefree, eah
aguo, aguo, aguo, aguo tu carefree.

Escribe un mensaje









Escribí un wasap para mi novia y lo envié al grupo del trabajo.
Al día siguiente me despidieron.
Entonces escribí un wasap para el grupo del trabajo.
Y se lo envié a mi novia.
Ella me dejó.
Les escribí un wasap a mis padres, pero se lo envié a mis amigos:
los amigos me echaron del grupo de wasap y fueron bloqueándome
a medida que leían mi mensaje,
aunque yo les escribí un último mensaje, que envié a mis padres,
por lo que mis padres abandonaron el grupo de la familia,
lo que cabreó a mis hermanos, que me echaron del grupo
(espero que entre ellos se wasapeen, por lo menos).
Deberíais probar a enviaros a vosotros mismos un wasap.
Yo lo hice el otro día, pero en vez de enviármelo a mí se lo envié a nadie;
así que ya no me hablo.

Yo no me hablo con tipos que ya no se hablan conmigo.

Un wasap es lo mínimo.
Si no te envían un wasap puedes dejar de hablarles,
porque es lo mínimo.
Aquel que te critica a tus espaldas te envía wasaps mientras te critica.
Y te pone emoticonos por tu cumpleaños para no pensar en qué más mentiras decirte,
porque sabe en el fondo que tú también sabes que te critica, así que qué más da.
Un puto emoticono. Pero te lo envía.
El que discute contigo por todo y se caga en tu padre cuando se va por el pasillo de la oficina
también te lo envía. Aunque sea para demostrar deportividad, para demostrar que es
un buen profesional. Para demostrar que eres tú quien no le traga.
Te envía el wasap para dejarte mal, pero te lo envía. Es que es lo mínimo.
El marido de tu prima te envió un wasap cuando estuviste en el hospital.
El vecino un wasap cuando la inundación.
El concejal cuando lo de aquel caso de malversación en la trama Púnica.
El poeta, cuando otro tuvo un acceso de pánico escénico.
Todo el mundo envía wasaps porque es lo mínimo.
Yo recibo wasaps desde que estoy en el trono fabricando un truño a las seis de la mañana.
Mis colegas juegan a ver quién madruga más, quién es el más pringao.
“Una foto del amanecer en Avilés lleno de humo y de rayos de luna”.
Una foto de un croissant recién descongelao y un café que describe una situación mágica
de calma de confort y de penumbra. De lo que te quita wasap.
Porque lo mínimo ha de ser incómodo como un traspiés, pero profundo
como una sima. Porque ha de atrapar sin solución a aquel que no repara en su destino.
Al que no haría nada o lo haría todo de no ser por wasap.
Al que flirtea con el todo como si la nada.
Wasap wasap wasap
wasap wasap wasap
De la mañana a la noche
20 wasaps por minuto:
tiempo digital, cronómetro del corpúsculo lumínico...
oh, wasap, mínimo común múltiplo, Divino Número.
Me voy a comprar un teléfono prehistórico, te lo garantizo,
te lo juro ¡oh, wasap,
agujero negro de lo poco humano que nos hizo únicos!

estoy muy nervioso, pero bueno



voy a recitar este poema, 
es el primero que escribo, nunca me había  subido a un escenario,
lo escribí ayer por la noche, a ver si os gusta.

Me da mucha vergüenza, 
además,
con el nivel que hay...
se lo dedico a mi chica, que me está viendo,
[mirando al público, susurrando] -¡guapa!-
sin su apoyo constante y su cariño
nada de esto  tan bonito que me está sucediendo
hubiera sido posible.

Yo ya escribía de pequeñito, pero sin enseñárselo a nadie
y, bueno, tampoco aquello lo considero poesía,
eran mis pensamientos, 
los pensamientos de un niño.

Un niño inquieto, pícaro, 
inteligente, sí, pero un niño, al fin y al cabo,
en mi perfil de Facebook podéis ver alguna fotografía.
Normalmente llevo una encima, pero me han dicho 
que aquí no se pueden usar objetos.

Bueno, empiezo, que me enrollo más que una persiana.

El poema se titula 
"te quiero",
es un título corto porque soy de los que opinan
que los sentimientos más grandes se pueden decir con pocas palabras.
Se me ocurrió el otro día, cuando la vi, a mi chica, sonriendo.
Fue como un destello de amor, y ¿sabéis? tiene gracia,
porque al principio pensé en titularlo así, "amor",
pero luego pensé que quizá ella no lo entendería.

No es que no me guste la poesía críptica, 
pero creo que hay cosas que, siendo complejas,
aún pueden traducirse a palabras sencillas,
sin recurrir, por supuesto, a expresiones manidas,
sin emplear argumentos trillados que como poeta detesto.
Veréis, 
yo, funciono así:

noto un sentimiento y trato de reprimirlo,
pero como soy tan sensible eso no dura mucho
y sin querer brota como de una fuente
un crisol de palabras inesperado
que después, al leerlo, no me parece mío.

Mi poesía es como un vómito, me poseen las musas,
yo he sufrido mucho y al escribir se nota,
pienso que el bolígrafo es como una herida,
que mi sangre es tinta de muchos colores
y que el papel venda mi melancolía.

Una vez lo escribo no vuelvo a tocarlo
pienso que el poema perdería frescura
me parezco en eso a un poeta francés,
alguno lo conocerá,
Rimbaud, que en eso se me parecía.

Voy a empezar ya, se titula "te quiero",
como he dicho,
va a estar incluido en mi próximo libro
que saldrá en noviembre, 
toquemos madera.
Me lo autoedito, es poesía independiente
no me gustan los premios ni la competencia.
La portada la ha hecho un amigo muy íntimo
que no os puedo decir, es una sorpresa,
pero es un artista como un pepino
y estoy muy contento, es un privilegio.

Además tiene un prólogo que es una pasada
lo ha escrito un poeta superimportante
que le envié el libro, así, por la cara,
lo leyó ¡y le encanta! 
¡y lo ha entendido!

El poemario es breve, pero contundente,
se titula "Amor, pero del promiscuo"
me reflejo en él como en un espejo
porque soy sensible, pero cabroncete.
Antes era más, pero gracias a ella
me estoy reformando aunque a duras penas
porque discutimos por mi libertad
y le digo siempre: porque te amo tanto
odio transformarte, 
que es un verso mío,
bueno, un aforismo.

Por cierto mi twitter es "lovers", de "love", amor, y verso,
tengo diez seguidores, yo los llamo "folovers"
y sigue aumentando, la poesía ha vuelto,
yo qué culpa tengo.

La presentación del libro va a ser diferente
con guitarra acústica, algunos amigos...
he tenido suerte y en este mundillo
gozo de respeto, pero de cariño.
Os invito a ir, creo que habrá vino.
Bueno, empiezo ya:
Se titula "te quiero"
ya, ya lo he dicho. Es que estoy súper nervioso.

Pero bueno.



Os jodéis.

¡camarero!







Sentado
en esta terraza
espero a que me atiendan.
Sentado en esta terraza a la sombra
de este árbol.

Busco el poema, palpo el hueco del poema,
calculo la idea
que encaja en el hueco

mientras espero a que me atiendan.

el tema al que aplicar la técnica
poética,

si es que existe la técnica poética,
si es que yo la tengo.

No importa eso, no importa si tengo o no
tengo
técnica:
espero el poema,
aunque hoy
quizá no venga.

Pienso que el poema se parece al camarero,
mientras espero a que me atiendan.

Sí,
yo también,
yo también  sonrío ahí,
en la terraza,
mientras pienso esto que os digo,
esto que os digo ahora;
cuando lo pensé
sonreí.

Como vosotros,
así que voy por buen camino
aunque no tengo tema

todavía.

No tengo cerveza

aún.

He venido a escribir un poema mientras bebo una cerveza
a la sombra
y no tengo cerveza
ni poema,
y aún así, creo que voy por buen camino.

Esto es lo que yo llamo
técnica
poética.

Todo en la vida,
toda la existencia humana
es digna de mención,
toda es digna de comentario.
Co-
mentario,
mentar algo conjuntamente,
ponerse de acuerdo en el nombre de algo,
para ahorrar explicaciones,
porque las palabras son atajos
para ahorrar sílabas,
para ahorrar saliva.
Para dejar libres los tímpanos
y escuchar mejor el rumor de la sabana
o de la pluvisilva,
por si viene un tigre
o una estampida de ñus.
Por si viene un simple mosquito
portador de la malaria
sediento de sangre mamífera.


No viene el camarero.

Tengo sed, no hace falta decirlo.
Sentado en esta terraza espero a que me atiendan.
Sentado en esta terraza
que el sol coloniza, moviendo la sombra de este árbol
tan ciego, tan justo,
tan democrático,
tan convencido de sus raíces, tan
vegetal,
que no mueve sus ramas,
que no las interpone
entre el sol y mi silla,
que no sabe que me estaba dando sombra,
o quizá me ha visto escribir y está en contra
de la tala incontrolada,
del afán humano por la celulosa.

No sé.
Lo humanos somos egocéntricos por naturaleza,
los poetas más,
como los árboles por naturaleza dan sombra,
como el sol se mueve millones de kilómetros
respecto a la tierra
y nos la quita.

El sol se ha movido
un millón de kilómetros
respecto a la tierra.
El camarero ni un metro
respecto a mí.

No tengo cerveza,
no tengo tema,
no tengo poema.

Pero tengo técnica
poética. Creo que estoy
en el buen camino.

Sentado en esta terraza
esperando a que me atiendan
los camareros, las musas;

palpando el hueco,
calculando la idea,
al sol,
bajo un árbol
que mira para otro lado.

Asombrado observa
la belleza infinita de una flor
y le da sombra.

Quizá hoy no era mi día.

Verbos de barro.





Les dice Jesús: Desatadle, y dejadle ir.
Juan, 11:44












Un poeta está escribiendo
su poema.
Ve imágenes, escucha, huele,
saborea, recuerda.
Resbala por el papel
como por un tobogán de la infancia,
uno de aquellos que terminaban
de pronto,
cuando dejaban de ser
toboganes.

La rampa solo es la rampa.
La rampa solo es la rampa.

Y se repite la historia que no estaba previsto repetir.

Un poeta está escribiendo su poema.

Poema escribiéndose: palabras muertas que resucitan.
Un funeral inverso
en el que los vivos reciben a los muertos.


Me imagino al hombre que escribe,
sentado en una silla,
sobre un papel, con un bolígrafo.

Creando un universo
sobre un papel, con un bolígrafo.

Tal vez dios de algunas leyes propias de lo escrito
sobre un papel...

es un hombre que se convierte en
un poeta, cuando crea.
Como Dios fue dios mientras creó.

Es un hombre que es solo un hombre
cuando deja de crear.
Un animal mortal respirando el aire del presente,
quemándose por dentro hasta la muerte con su oxígeno,
con su orden
cronológico.
Más cierto que los dioses
eternos, fuera del tiempo,
inexistentes
mientras no donan soplos animadores de las nadas.


Ahora imagino al poeta
que escribe, sentado en una silla.
Y deja de escribir unos instantes
y deja de existir, y esos instantes
los vive el hombre solo.
Pero no quiero imaginar al hombre:
borro al hombre.
Quiero ver la intermitencia del poeta
como una imagen en una tele mal sintonizada
en la que las imágenes vienen y van
mostrándonos el artificio técnico
que es llamar a una pantalla
realidad.

Así veo yo a ese poeta
que escribe ahora una letra
y escribe una letra
y piensa, y se distrae,
y la poesía agoniza a sus pies de hombre que no escribe
porque no hay ningún poeta rescatando a las palabras
de sus tumbas
y llamándolas a alinearse
en ese patio blanco de papel
que vela armas tras la letra
eternamente,
como un dios inmóvil, silencioso,
inexistente.


No hay
más tinta
que la tinta de las letras.
No hay más poeta
que el que termina su poema
y deja vivir a las palabras bajo sus propias leyes;
toboganes entre el cielo y la tierra,
verbos de barro
que no recuerdan el tiempo
en que solo eran ideas.

llamando a las palabras





Si el político
despliega su panoplia de argumentos
ante el público,
responde unas preguntas pactadas de antemano,
explica el rumbo incierto de la economía,
pide el voto en pie sobre unas ruinas,
resume la desgracia ajena en dos palabras
mientras busca su grial en el desagüe
de los caudales colectivos,
campa ostentoso ante la imagen musitada de las víctimas
de su gestión,
y usa armas robadas para hacerlo:
voz
potente y clara,
sonrisa,
mirada
concentrada en un punto
que para él es imaginario
porque vive oculto
bajo la piel del verdadero SLAM,
¿por qué tú no?

Si el sacerdote
suelta las riendas de sus admoniciones desde el púlpito
sitúa tras un altar sus errores y defectos
parapeta su ignorancia en un ambón
sobre el cual lee la Palabra,
con mayúscula,
como si la palabra de verdad fuera minúscula,
se arma de liturgia y tradición
micrófono en mano
en locales eternos de resonancia amplia,
aconseja como un hábito asumiendo
que el hábito de aconsejar le hace sabio
y bueno
y experimentado,
y sigue, domingo tras domingo, predicando,
señalando con el dedo el horizonte para no ir nunca,
para que no vayamos,
marcando con su pluma la línea que separa
el mar del cielo
llamando pecado al oleaje,
virtud a la tormenta,
crucificando trozos de madera,
y en vez de una casulla usa una piel,
la del SLAM auténtico, desnudo,
sincero,
¿por qué tú no?

Tú, que no quieres herir a nadie,
que crees que la verdad es simple
y que admites que quizás estás equivocado
aunque sabes
que cuando amas no te equivocas,
que cuando sufres no te equivocas,
que cuando ríes o lloras, abrazas
o estrechas una mano
no te equivocas,
que no te equivocas cuando miras a los ojos,
cuando trabajas,
cuando descansas,
cuando sueñas,
que muchas veces te equivocas
cuando callas...

Sí, hay una piel
real aquí,
tu piel, mi piel.
La piel del que está lleno de palabras sin decir,
la piel del que escucha las palabras
habituado a que unos siempre hablan
y otros siempre callan,
una piel tensa como un tambor
que lleva dentro el ritmo y el redoble de lo real,
del verdadero SLAM,
de la palabra hablada y escuchada,
de la palabra más sincera
dicha en voz alta
aquí, no a oscuras en nuestras casas,
ensanchando nuestras casas hasta donde alcanza su sonido.

Yo llamo a la palestra a los slammers apagados,
silenciosos,
a los slammers que no saben que lo son,
a los que no se creen dignos de pisar un escenario,
a los que no airean en público su miedo interno,
a todos los slammers ocultos
bajo la capa negra del silencio,
yo tiro de la manta y os descubro
vivos, latentes,
rumiando el ruido de todas las palabras,
oyéndolas, sin escucharlas entre el aire.

Hay que mover el aire,
hay que hacer viento,
hay que resucitar el gusto por la sinceridad.

Empiezo así,
llamando a las palabras,
sentándome, sin miedo,
para escuchar.

Más por menos II (Hada Madrid-nah')





ÉRASE QUE SE ERA una ciudad hacinada
con millones de vecinos encerrados
entre zanjas y oficinas.

Toda la gente sencilla
enciende bien de mañana la luz
para alumbrar el camino
a su trabajo, porque madrugan
y al salir, precipitados, es aún
noche cerrada.

Como la ruta es larga
y los del Sur van al Norte
a trabajar y los del Norte al Sur,
para que no les distraiga
ni la salida del sol ni el canto de las cigarras
hay una red subterráquea de distribución de obreras
hormigas que, quizá por ser de hormigas, las cigarras
dicen que es formidable.

Y lo es:
son sus túneles amplísimos y están bien iluminados
y tienen megafonía
y siempre están impolutos
y podrías comer del suelo o dormirte sobre un banco,
pero no tengas cuidado que también hay empleados
que te lo impedirían.

Y hasta aquí llega la trama de este cuento inocente,
ya tenemos dando vueltas subterráneas a la gente.

Esto ocurre aproximadamente un par de veces al día
porque a comer no hay tiempo de volver con la familia,
así que hasta que se pone el sol
Esperanza, esa tía,
(lideresa, supertiesa, que se cae de un helicóptero con Rajoy y sale ilesa)
está tranquila.

Porque no se mueve nadie de su puesto de trabajo.
Mientras tanto ella disfruta de su trabajo supuesto:
"Presidenta del gobierno de un país imaginario,
dictadora de una, en quiebra, autonomía.


Yo no sé si Esperanza se ha leído Cenicienta
ni sé, si se lo ha leído, si ha leído la versión
de los psicópatas Grimm, que es la versión que da grimma,
en la que las hermanastras se cortan una los dedos
para calzarse un zapato y otra el talón,
o se ha leído la típica,
la de la tía con poderes, la de los ratones-équidos
tirando de la cucurbitácea,
la del zapato olvidado de cristal,
la que conocemos todos por Walt Disney,
que es la de Charles Perrault.

No lo sé, pero me inclino
por creer que ella se inclina
por creerse nuestra puta hada Madrina.

Porque si no no se explica el motivo que la anima.

A quién va a joder ahora, es lo que hay que preguntarse,
cuando la gente no tiene dinero para pagarse un taxi
hasta ningún lado, y a las doce de la noche
el tren metropolitano
como no te halles ya dentro calabazas te habrá dado.

A quién más querrá joder
¿no tiene bastante con todos
los demás que no son ella,
que tiene que ir, como Luís Aragonés,
a por ellos oé, a por ellos oé,
a por ellos oé, a por é oé oé...
?


Ya me sentía ceniciento
cuando andaba por la calle entre la mierda del cielo,
que esa es otra, la hermanastra más pequeña,
la Botella, vive dentro de un palacio que es una lámpara
que no concede deseos porque el ladino Aladino que es Aznar
nunca la quiere frotar...

Ceniciento sobre el suelo,
bajo tierra Cenicienta.
Más por menos. Eso son los madrilenos
con horario de oficina.

Mientras tanto, los mineros,
sin trabajo, ya caminan
sobre el suelo una nueva Marcha Negra.

Esto es así.





Te amo como un vaso de cristal precipitándose al suelo
invulnerable, ideal, eterno,
de una cocina.
Y así quiero romperme, en mil pedazos contra ti.
Como la ola-entelequia en la que los surferos creen mientras flotan
y piensan, como un mantra, "la siguiente",
si existiera, rompiéndose contra la escollera de la muerte
de todo un Mar.

Quiero estallar  como una ampolla de nitroglicerina, y que el cristal
no reconozca la Ley de la gravedad terrestre,
y pida que se le juzgue según el código vigente en los agujeros negros,
de tal manera que sus fragmentos se pulvericen, se disuelvan
y que parezca que se ha tirado de cabeza
y que quería caer, que no hacía nada por detenerse,
por rebotar, que porfiaba para atravesar el suelo
impenetrable de gres porcelanoso,
imitación granito, pero más duro que el granito
ecológico.

Te amo tanto que quiero desaparecer,
atravesarte con mi pene, con mis ojos,
mi cadera. Mis uñas, dedos y brazos,
mi corazón, en su acepción orgánica
de simple bomba que exprimida es parecida a un puño
apretadísimo.
Pero esta vez tan apretado que el tejido
muscular
cardiaco
pierda coherencia
y que las miofibrillas no resistan la tensión
y cedan y se conviertan en un líquido
que fluya como solía hacer fluir.

Pero no atravesarte para estar después al otro lado,
sino, como un misterio cósmico,
como una onda que de pronto cesa sin motivo,
dejar de ser, y que ningún científico
del Instituto Tecnológico
de Massachussets ni del Acelerador de hadrones de Ginebra
ni ni siquiera todos ellos, colaborando sin reservas,
como si de su trabajo dependiera la vida en los planetas,
ni ninguna otra prodigiosa mente de la Tierra
el cómo de mi ausencia
pudiera desentrañar.

Quiero romperme en ti, erradicarme de tu entorno,
no ser otro, disolverme,
aplacar mi sed de ti a costa de todos los océanos;
deslumbrarme con un Sol entero ardiendo en cada ojo,
difundirme como un upskirt del Príncipe de Gales por la Red.

Lanzarme contra ti como un Ícaro con más cera que plumas en las alas.

¡Reventar!,
como un tomate cherry entre las fauces de un mandril cuya cabeza
es aplastada, a su vez, por los colmillos ciegos
e irracionales de un cocodrilo
que sufre una asfixia lenta bajo la lava de un volcán
cuya erupción, no obstante, carece de importancia
comparada con el impacto sorpresivo
en ese mismo instante y lugar
de un meteorito.

Yo te amo así, de esta manera,
y siempre tengo hambre y sed y frío, y sudo,
y vacío mi intestino y mi vejiga
y rechino los dientes
y vomito y río y lloro
y grito como un hombre primitivo cuyo padre
acaba de morir alcanzado por un rayo
y arde
y deja de llover.
Y me crecen las uñas de los pies y de las manos
y el futuro me atraviesa sin que lo vea venir
y tengo el tiempo justo para entender el Mundo
desde la perspectiva de
mis cenizas.


Y siempre, independientemente de si tú estás o no,
esto es así.

libros



Libros por leer,
estantes llenos de libros,
libros, apilados en el suelo,
páginas apelmazadas,
cerradas como los labios
de un niño que, pequeño,
se enfada y
no quiere comer.

Y todas esas páginas negras,
todas las páginas cerradas
que guardan sus letras en el silencio negro
y eterno en la práctica
por egoísmo de las abiertas,
deteniendo con su peso el tiempo
haciendo de las páginas abiertas
un tiempo tan mínimo
que no es tiempo,
tan mínimo que no transcurre y al fin
la página abierta
es una herida abierta
como un hachazo en la madera
del árbol y sola
no significa nada,
más que un ejemplo, un instante,
una fotografía,
un crisantemo eterno abriéndose siempre,
floreciendo en una tumba
invisible
bajo tierra.

Páginas por leer,
tiempo que no es ahora:
tiempo mañana, tiempo ayer, tiempo
hace un minuto, tiempo dentro
de una décima de segundo.
Todo, en la práctica, el tiempo del mundo,
negro y eterno
por egoísmo del tiempo
actual,
el tiempo en que vivo, veo,
jadeo, siento, creo.
El tiempo humano tan mínimo
que no es tiempo,
tan mínimo que no transcurre:
que es una herida abierta
como un hachazo en la existencia
de los planetas, de las estrellas,
de los átomos.

Y digo aún que existo.
Y digo aún que leo.

Y digo que entiendo el mundo sin abarcarlo,
sin saber dónde termina, sin saber
qué es.
Digo que aún he de leer
otro libro
antes
de que el tiempo pase mi página.

Leeré aún una palabra
antes de que oscurezca,
antes de que yo sea un trozo mínimo
de negrura.
Y aún leeré una letra
como una chispa ilumina.

Y aún creeré que yo
en ese tiempo mínimo de incandescencia
podría
incendiar
el mundo.

parados giran en torno al mundo


 Todo lo que Billy podía ver eran las pequeñas porciones de espacio que recortaba el orificio exterior del tubo. Pero lo peor del caso era que él ignoraba dónde y cómo se encontraba, y ni siquiera se daba cuenta de que su situación era anormal.
Matadero Cinco
Kurt Vonnegut

Hoy hay por ahí
cuatro millones setecientos mil
parados
dando vueltas desde que el sol sale hasta la noche.
Dando vueltas como soles alrededor de un centro
que no les deja irse ni quedarse;
girando entre dos fuerzas opuestas,
la que les une y la que les aleja.

Hoy hay por ahí
cuatro millones setecientos mil
parados como soles
girando, esperando el giro
copernicano que los pare
y ponga a girar el mundo en torno a ellos.


Mientras tanto
el mundo les ve girar, inmóvil,
como el mundo ve girar el sol en torno a sí,
y llama al día sol
y al sol lo llama día.
Hoy hay por ahí
cuatro millones setecientos mil parados como días,
hay cuatro millones setecientos mil hoys
simultáneos
en torno a los que un mundo inmóvil nunca gira, y
parados giran en torno al mundo
y son hoy día tras día
porque no hay para ellos sino hoy,
porque no hay mañana para ellos
sino un hoy tras otro,
inmóvil, igual y simultáneo
al de otros cuatro millones setecientos mil hoys
inmóviles, iguales,
girando en torno a un mundo
que no sabe que gira en torno a ellos.

Y agrupando siete hoys
podemos ver una semana simultánea en una fila
esperando el día en que por fin el mundo
les haga distinguir los días
y sean consecutivos en vez de simultáneos
y los lunes no sean tan parecidos a los domingos.

Podemos, agrupando treinta hoys
ver los meses esperando, humanos,
quietos, sin saber qué tiempo de qué mes
están perdiendo, si agostos o febreros.

Podemos ver los años.

Hay trescientos sesenta y cinco hombres ahí,
trescientos sesenta y cinco hombres como días,
hay un año que no sabemos cuál,
humano, ahí, en fila.
Ahí hay trescientos sesenta y cinco hombres como un año
de trescientos sesenta y cinco días, y cada día un hoy.
Hay trescientos sesenta y cinco hoys. Un hoy, un hoy,
y así hasta trescientos sesenta y cinco hoys que son humanos
y están viviendo un ay.
Un ay su hoy. Un hoy su ay.
Ahí hay un hombre viviendo un ay.
Ahí hay un hombre diferente viviendo un ay.
Ahí hay así hasta trescientos sesenta y cinco hombres diferentes viviendo un ay
simultáneo.



Había
trescientos sesenta y cinco hombres diferentes
viviendo trescientos sesenta y cinco hoys
que hoy son ays,
trescientos sesenta y cinco ays viviendo hoy,
y hoy, y así hasta trescientos sesenta y cinco
y hasta trescientos sesenta y seis.
Y así hasta, hoy, cuatro millones setecientos mil ays
girando
desde que el sol sale hasta la noche
esperando
el giro copernicano que los pare
y ponga a girar el mundo en torno a ellos.

El espejo de hoy no te mira.

El espejo de hoy no te mira.

Ayer sí, a estas horas.
Afeitabas tu cara cuadrada de héroe.
Impecable, la imagen
casi sonreía.
Son ya quince años en tu cuerpo,
quince años que han hecho
de ese cuerpo el tuyo.
Y tu cuerpo no es tuyo,
el tuyo es suyo,
perteneces al cuerpo de la policía.

Y el espejo de hoy no te mira.

No recuerdas muy bien lo de ayer,
no eras ojos
que vieran de frente,
lo que has visto en la tele es basura
de los periodistas,
porque no fue así,
tú estabas allí
y ellos no.
Aunque tú no eras tú,
eras su,
porque tú perteneces al cuerpo,
y hoy por eso el espejo, quizá,
no te mira.

No recuerdas muy bien lo de ayer
porque no eres memoria
de la policía,
y tampoco ayer escuchaste otra cosa que ruido,
oías gritos sin saber qué decían,
porque no eras oídos.
Y no has sido cerebro en tu vida
de la policía,
ni conoces a nadie, por cierto,
que, cerebro, cerebro,
lo que se dice cerebro
de la policía
haya sido.

Para eso ya hay otros dando órdenes:
inspectores, políticos,
tu mujer...
porque tú no eres tú,
eres su,
y
te limitas
a
o-
bedecer.
Y quizá hoy por eso elespejo
no te mira.

Fuiste piernas, ayer, ya te acuerdas,
cuando al fin te mandaron correr.
Tú corriste a todo meter,
y llegaste hasta donde
el "enemigo"
gritaba
y en dos hostias se acabaron los gritos,
pensaste,
pero no se acababan.

Y también fuiste brazo,
porque hay que reconocer
que las hostias las diste.
Y además ayer fue
facilísimo,
Porque el enemigo de ayer
esperaba,
y llegaste hasta él
y esperaba,
y gritaba,
y pensaba.

Pero tú no eras ojos, tú
no eras oídos,

no eras memoria
ni cerebro, tú
no eras nada.

Eras un traje azul
impecable de héroe,
vacío.

Y hoy te afeitas como cada mañana
y no llevas el traje
todavía
y al ser su, no ser tú,
no hay imagen,
y quizá hoy por eso el espejo
no te mira.

14F

Asisto como cada día catorce
de febrero al embeleso del amor
en los comercios.
Y la gente finge que se quiere
y entra en las tiendas
y compra flores,
compra bombones, bebe cava,
usa condones de sabores,
cómete mis bragas...

He reservado hotel para esta noche,
hoy te voy a dar un beso en un jacuzzi,
hoy te diré te quiero en otro idioma
y me pondré la ropa cara
que nunca uso
porque me aprieta,
porque se gasta...

cenaremos cosas que salpican al saborearlas
y haremos eso un par de veces en la cama
y otra vez, más tarde, en la bañera...

eres mi amor de ayer y de mañana,
pero hoy
vamos a hacer una performance
que solo haría contigo
porque me da la risa si la veo
representada por dos desconocidos.

Primero voy a llevarte a un sitio caro,
a un hotel céntrico
de camareros con bisagra,
de sonrisas estratégicas, de plantas
que una mujer con traje de chaqueta
riega cada mañana.

Ven, acércate, mira al espejo,
eres tú quien se ríe, eres tú
la que se ruboriza,
la que grita tapándose la boca con la almohada,
la que oculta sus ojos concentrada
en su alegría.
Eres tú la que está a cuatro patas
y yo soy tu guardaespaldas.

Soy yo, y yo, y yo,
y siempre el mismo yo en el centro,
y ahora a tu derecha mi colaboradora,
mi mano, midiendo tus susurros,
siguiendo el recorrido de tu piel
que cambia de textura
como si hiciera frío,
y no hace frío en absoluto.

Tú eres quien viene hacia mí
y va
y vuelve cuando quiere
y yo sé que solo puedo estar aquí,
esperándote,
y se me pelan las rodillas
y hoy no me doy cuenta, pero mañana sí...
pienso que tú eres más tú que nunca
y que a veces se me olvida.

Dormida, con una gran sonrisa,
el pelo por la cara y te lo quito,
y veo cómo sueñan
tus ojos, moviéndose debajo de los párpados,
cómo respiras
y el CO2 que exhalas es mi oxígeno
y respiro lo que no usas de este aire
que te ha pertenecido
y es para mí sagrado.

Quien no ha vivido esto no ha vivido
y en noches como esta veo el futuro
y en él no estoy así contigo eternamente
y todo el tiempo que será sin ti
será tiempo perdido.

Así que voy a hacer lo mismo
mañana que es día quince
sin que te enteres, y el dieciseis,
y siempre, y cada vez
que te despiertes.




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