The cue ball.




A veces, cuando salgo los sábados de noche
las calles de Madrid me recuerdan
al verde tapete de las mesas de pool.
Las chicas y los tíos son como las bolas de colores
rebotando unas con otras.
El whisky anima la partida y se puede decir que me divierto.
Pero el pool no tiene la nobleza ni el retruque
del billar de carambolas
(ni siquiera del snooker,
aunque ése sea otro tema)
y las bolas van entrando en las troneras.
En un taxi, un extraño me conduce a mi agujero al final de la partida.
Los domingos mi cabeza aún resuena de blues
y he manchado mis sábanas blancas de tiza.

1 comentario:

  1. Mientras no seas la bola negra o la blanca que están destinados a la eterna soledad.

    ResponderEliminar

diamante o párpado

Acaso  el preciosismo  en la poesía   dependa  de la joya en la mirada: si es un diamante o un párpado,  es decir, si multiplica u opaca. Te...